La huella de Enric Sagnier en Barcelona es más que significativa en la ciudad de Barcelona, algunos de sus edificios más emblemáticos son la aduana del Puerto, el Palacio de Justicia, el Real Club Marítimo, la casa Rodolf Juncadella, o la casa Garriga Nogués , actual sede del Museo del Arte Prohibido, por sólo citar algunos ejemplos. Y es que Enric Sagnier fue el arquitecto más prolífico de la Barcelona de finales del siglo XIX y principios del XX.
Precisamente, para reivindicar el legado de Enric Sagnier y Villavecchia, el pasado 10 de abril contamos con el periodista y ensayista Lluís Permanyer, que introducido por Antonio Sagnier, empresario y nieto del arquitecto, ofreció un retrato de la figura de Enric Sagnier.
Lluís Permanyer empezó hablando del banquero Rupert Garriga Miranda, quien encargó la que se llamaría Casa Garriga Nogués a Enric Sagnier en 1899: “El resultado fue una casa imponente, elegante y rotunda, de la que destacan las ménsulas de Eusebi Arnau, la vidrería de Rigalt, la claraboya central… La de Enric Sagnier es una línea diferente a la del Modernismo, le influyó su estilo personal, educado, respetuoso, puntual, sabía escolar, amable, social, honrado , generoso. Quizás por todo ello, con 28 años ya proyecta el Palau de Justícia”.
En opinión de Permanyer existen tres momentos estelares en la arquitectura y desarrollo de Barcelona: los tiempos de Pedro III, con la segunda muralla gótica intacta hasta 1854; el plan Sardà y el nacimiento del Eixample y los Juegos Olímpicos de 1992.
“Gaudí era de trato rural, cuando hablaba decía machos y hembras; y los clientes no consideraban a Gaudí de fácil trato Marañón decía soy un chatarrero de mi tiempo, Sagnier también lo era, no perdía el tiempo y se adaptaba a las necesidades del cliente sin arrodillarse. Tenía un trato exquisito con los clientes y con los que trabajaban a pie de obra, y corrió la voz y mucha gente le hizo encargos, siendo el más prolífico de los artistas modernistas, realizó 482 edificios. En Passeig de Gràcia 9 casas, en la Diaonal 11, en Rambla Catalunya 7. Tenía una gran apertura de compás, hizo gran variedad de cosas: balnearios, hoteles, escuelas, bancos, casas burguesas, arquitectura religiosa, granjas, casas baratas, almacenes… Nada es mezquino como decía Papasseit, y Sagnier hiciera lo que hiciera mantenía un mínimo de nivel y categoría. Tenía un estilo europeo elegante. Es una suerte para Barcelona haber tenido a Enric Sagnier”, argumentó Lluís Permanyer.
Puede seguir la conversación entera a través del canal de Youtube del Museu de l’Art Prohibit: